domingo, 2 de octubre de 2011

43 años y... ¡No se olvida!

Tlatelolco 1968 - Jaime Sabines

1
Nadie sabe el número exacto de los muertos,
ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
Ciertamente ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.

Tlatelolco será mencionado en los años que vienen
como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo:
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del Orden y la Justicia Social.
A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México.
2
El crimen está allí,
cubierto de hojas de periódicos,
con televisores, con radios, con banderas olímpicas.
El aire denso, inmóvil,
el terror, la ignominia.
Alrededor las voces, el tránsito, la vida.
Y el crimen está allí.
3
Habría que lavar no sólo el piso: la memoria.
Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.
Las bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta.
4
Confiaremos en la mala memoria de la gente,
ordenaremos los restos,
perdonaremos a los sobrevivientes,
daremos libertad a los encarcelados,
seremos generosos, magnánimos y prudentes.
Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa.
Pero instauramos la paz,
consolidamos las instituciones;
los comerciantes están con nosotros,
los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos,
los colegios particulares,
las personas respetables.
Hemos destruido la conjura,
aumentamos nuestro poder;
ya no nos caeremos de la cama
porque tendremos dulces sueños.
Tenemos Secretarios de Estado capaces
de transformar la mierda en esencias aromáticas,
diputados y senadores alquimistas,
líderes inefables, chulísimos,
un tropel de putos espirituales
enarbolando nuestra bandera gallardamente.
Aquí no ha pasado nada.
Comienza nuestro reino.
5
En las planchas de la Delegación están los cadáveres.
Semidesnudos, fríos, agujereados,
algunos con el rostro de un muerto.
Afuera la gente se amontona, se impacienta,
espera no encontrar el suyo:
“Vaya usted a buscar a otra parte.”
6
La juventud es el tema
dentro de la Revolución.
El Gobierno apadrina a los héroes.
El peso mexicano está firme
y el desarrollo del país es ascendente.
Siguen las tiras cómicas y los bandidos en la televisión.
Hemos demostrado al mundo que somos capaces,
respetuosos, hospitalarios, sensibles,
(¡Qué Olimpiada maravillosa!)
y ahora vamos a seguir con el Metro
porque el progreso no puede detenerse.
Las mujeres, de rosa,
los hombres, de azul cielo,
desfilan los mexicanos en la unidad gloriosa
que construye la patria de nuestros sueños.

Reseña…

2 de octubre
La Matanza de Tlatelolco ocurrió el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, en el barrio de Tlatelolco dentro de la Ciudad de México; pocos días antes de que las Olimpiadas fueran inauguradas. Este sangriento evento ocurrió cuando el Ejército y paramilitares (Batallón Olimpia) dispararon en contra de un grupo de manifestantes. La matanza, que ha permanecido en la impunidad, se perpetró cuando Luis Echeverría -quien ejerció la presidencia de 1970 a 1976- ocupaba el puesto de Secretario de Gobernación bajo las órdenes del Presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964 – 1970).
El 22 de julio de 1968, un partido de fútbol americano entre dos escuelas terminó en una riña. Los policías intervinieron para disolver los disturbios, donde detuvieron a varios estudiantes, razón por la que otras instituciones académicas realizaron un paro de labores en repudio a este acto; el ejército respondió entrando a sus campus; resalta la fuerza empleada en aquel enfrentamiento, donde el ejército destruyó la puerta, labrada en el siglo XVII, de una escuela con una bazuca. En agosto una multitudinaria marcha se manifestó en contra del entonces Presidente Gustavo Díaz Ordaz. El 18 de septiembre el ejército invadió Ciudad Universitaria de la UNAM, de donde se retiró el 1 de octubre. La tarde del 2 de octubre, un día después de la salida del ejército del Campus de la UNAM, miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Mientras el ejército vigilaba, al igual que en todas las manifestaciones anteriores, que no hubiera disturbios y por temor a que fuera asaltada la Torre de la Secretaría de Relaciones Exteriores. 
Miembros del Batallón Olimpia (vestidos de civiles) se infiltraron en la manifestación hasta donde se encontraban los oradores y varios periodistas. Sin un motivo aparente, los miembros de este Batallón dispararon en contra de los manifestantes; los militares que estaban custodiando la manifestación repelieron la agresión, alegando creer que los disparos provenían de los estudiantes. Muchos manifestantes intentaron escapar del tiroteo escondiéndose en los edificios aledaños y el ejército, sin orden judicial, irrumpió en cada uno de los departamentos de la Unidad Tlatelolco para capturarlos. 
La matanza resultó en la muerte de más de trescientas personas aproximadamente, aunque las fuentes gubernamentales reportan entre 40 y 50. Además hubo cientos de heridos y detenidos, acusados de delitos políticos.
Este movimiento y su fatal desenlace dieron pie a una activa actitud crítica en las universidades públicas, promoviendo el desarrollo de guerrillas durante los años setenta. Todo esto resultó en un cambio legal e institucional materializado en la Reforma Política de 1977 hacia una democratización del país. 
Muchos autores señalan que el movimiento en México se encontró dentro del contexto mundial de luchas sociales desde las universidades denominado “Revolución Cultural de 1968”.
El 27 de noviembre de 2001, el entonces presidente Vicente Fox creó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) y puso a su frente a Ignacio Carrillo Prieto, quien pidió el procesamiento de Echeverría acusado de genocidio. En enero de 2005 la FEMOSPP solicitó la aprensión de 55 personas presuntamente responsables de la Matanza de Tlatelolco. FEMOSPP consideró que el Ex-Presidente Luis Echeverría debería ser consignado ante un juez penal federal junto con otros que también eran considerados como sospechosos de la matanza. En noviembre de 2006 se ordenó la detención de Echeverría, como arresto domiciliario debido a su avanzada edad, pero se le concedió un amparo y se retiró el arresto. Acto seguido, se exoneró a Echeverría por considerarse que no había pruebas para inculparlo como responsable de los hechos, aunque se admitió que hubo genocidio planeado y ejecutado. 

Fuente: Equipo Editorial Explorando México.

No hay comentarios:

Publicar un comentario